Hace algún tiempo escribí una entrada en mi blog ensalzando y describiendo el valor de la RADIO en mayúsculas… una entrada llamada «Enamorado de la Radio» (que encontrará usted usted pinchando AQUÍ), en la que contaba a mis lectores las increíbles historias que descubrí gracias a José María (EA2AJF), y que nos trasladaban a tierras africanas en tiempos muy difíciles.
EA2AJF, José María
EA2AJF llevó en muchas ocasiones la radio de HF a los estudios de Radio Euskadi para que sus oyentes pudieran conocer de primera mano la difícil situación que se vivía en países en guerras casi permanentes y en lucha diaria por la vida.
Hoy he recibido un correo de José María (EA2AJF), en el que comparte nuevas historias llenas del sabor metálico de las ondas de radio, donde relata como se hacían los primeros comunicados a mediados de los 70, y cómo se establecieron las ruedas de contactos vía radio entre misioneros españoles esparcidos por el Zaire (hoy República Democrática del Congo), hasta bien entrados los 90, gracias a un Aficionado de Ourense(Manuel Gomez, del que no me ha desvelado su indicativo, pero al que todos conocían por “Pepiño“), quién fue crucial para conseguir un comunicado con la embajada de España en Kinshasa cuando estalló la guerra civil de 1996, a través del cual pudieron recibir instrucciones para reagruparse, mantenerse seguros, y para que quién quisiera pudiera abandonar el país de regreso a España, cosa que hicieron la mujer y las dos hijas de “Pepiño“, que cuentan en una carta escrita desde la seguridad de su casa en Orense la fascinación que les causaba la Radio.
Leyendo el relato de José María, se llega a la conclusión de que cuando ser «Pirata» estaba a la orden del día para pasar el rato con una radio, en casos tan delicados como los que cuenta, era una cuestión de vida o muerte.
En la República Democrática del Congo, (Zaire) pocas cosas han cambiado y hoy, en pleno Siglo XXI, «todavia conviven con el Tam Tam en lugares remotos para pasarse mensajes entre poblados, y en cuanto a tecnologia han evolucionado mucho, pero la población sigue igual o peor que antes, misma pobreza, mismas necesidades« -me cuenta José María en su e-Mail-.
No deje de escuchar cómo desde Radio Euskadi con Roge Blasco y su programa «Levando anclas«, realizan una conexión en directo con la Misión Legu en 1990, misión que fue premiada en el concurso «Manos Unidas» de 1990.
Una instalación de radio HF en África Foto: EA5RM (Radio Sin Fronteras)
Lea la historia completa en el blog de EA2AJF pinchando en la Radio de la foto:
Cuando nos enamoramos, idealizamos a la otra persona de tal manera que no nos damos cuenta de sus imperfecciones humanas…
Vemos a ese ser querido a través de ojos maravillados, sentimos en nuestros oídos la música de sus palabras y cuando en un descuido fortuito rozamos su mano o su pelo…, morimos en un suspiro romántico que eleva nuestros pies, extasiados.
Ese mismo ideal de romántica perfección, brillante, luminoso, melódico, de tacto cálido, cercano y distante a la vez… es el pálpito que me acercó al mundo de las ondas de radio.
La Radioafición ha disfrutado de tiempos pretéritos llenos de gloria.
Ya desde sus inicios, sus pioneros tuvieron la misma sensación que tiene hoy cualquiera que lance un CQ en una banda aparentemente desierta. Esa desazón, ese deseo de que desde el otro extremo del mundo una voz se abra paso entre el aluminio de las antenas, los circuitos y cables de la emisora para acabar saliendo por el altavoz golpeando nuestra cara y oídos como lo haría una brisa de aire fresco y perfumado, que nos diga “Te recibo alto y claro, a 3000 kilómetros de distancia, amigo”
En otros tiempos, (no muy lejanos) la radio era a menudo la única forma posible de mantener en contacto un ejército de misioneros esparcidos por todo lo largo, ancho y profundo de las tierras africanas…
Estos incansables portadores de la fe cristiana, compartían con los lugareños sus sueños y anhelos, sus alegrías y también sus penas, involucrándose en algunos casos en luchas intestinas entre clanes, tribus e incluso guerras civiles, de las que fueron también víctimas ellos mismos. Personalmente no soy religiosos en lo más mínimo, pero estas misiones que ayudaban y aún hoy ayudan a los parias de la tierra, a los más indefensos y nobles, tienen mi admiración y respeto.
Las misiones africanas, debido a las grandes extensiones de terreno entre ellas, se comunicaban en una “Rueda de Corresponsales”, un sistema que funciona cuando varias estaciones de radioaficionado operadas por uno de ellos, coinciden o se citan en una frecuencia manejada por un “Maestro de Ceremonias” con un horario fijado de antemano.
(Parecido a lo que hace un destacado voluntario de Protección Civil REMER en Vizcaya en la mal llamada “Rueda de la Simpatía”, solo que en este caso aunque son «criaturas de Dios» no son misioneros, ocupan una frecuencia las 24 horas y alguno de los que allí «se juntan» está muy lejos de ser considerado “Radioaficionado”)
Así, a la hora prevista cada operador se hacía presente según iba sintonizando su estación y esperaba su turno para dar “novedades”, información sobre el estado de la comunidad y solicitar los recursos que le fueran necesarios. Estas comunicaciones se mantenían en las bandas de Aficionado, que debido a su gran alcance permitían a todos estar en contacto incluso con sus congregaciones en el continente del hombre blanco, cuando la propagación acompañaba.
Si por algún motivo uno de los corresponsales faltaba a su cita, nacía la incertidumbre por saber si se debía a un simple retraso, una avería en el equipo… o algo peor. Duda que solo se despejaba cuando las palabras del operador de la misma rompían el aire húmedo y cálido de la selva, o el seco y tórrido de la sabana cuando sonaban en los altavoces de los demás.
En definitiva, la radio era una cuestión vital (aún hoy lo es en casos excepcionales).
Evidentemente que esos comunicados eran también captados por Radioaficionados… Yo mismo tuve el placer de contactar con un misionero en mis inicios en CB, y como cuento en mi entrada “El inicio de todo”, llegué a ponerle en contacto a través de mi radio de 27MHz vía teléfono con su hermandad en Madrid… Sin embargo eso es pura anécdota.
EA2AJF
Hoy me gustaría compartir con ustedes algunas comunicaciones radiofónicas a larga distancia en HF, por parte de algunas de estas misiones a las que me refería más arriba, que fueron posibles gracias al esfuerzo y dedicación de un gran Radioaficionado, José María Llopart(EA2AJF), artífice y nexo de unión entre ellos y centenares de oyentes de la Cadena SER a través de Radio Esuskadi en los 80.
En la primera de ellas Iñaki Gabilondo contactó con el religioso Julián Azcona en la Misión “Legu” de El Zaire en 1988, gracias a un enlace de rado HF en la banda de 21 Mhz.USB
¿No me digan que no se les dilatan las pupilas y hasta el corazón escuchando esto?…
Sigan flotando, no dejaré que sus pies toquen el suelo y les invito a escuchar otra grabación, como quién enseña la fotografía de su amor…
Es Septiembre de 1988 y el periodista de la Cadena SerRafael Garcia Vera, consigue un reportaje con la selva del Ituri (Zaire) gracias a EA2AJF para entrevistar a Julían Azcona y a Heliodoro Garcia para el programa «Los dioses de la aventura», dirigido por Alberto Oliveras:
Pero también el amor tiene sus dificultades y en ocasiones nos pone tristes, melancólicos y cuando se vuelve violento agita nuestro corazón y lo encoge…
Febrero del 91, Liberia atraviesa una sangrienta y peligrosa guerra civil. De nuevo gracias a EA2AJF, la prensa, a través de Mercedes Peña (periodista del diario Deia), consigue entrevistar a Benjamín Cornago, doctor en el hospital San Juan de Dios de Monrovia quién transmite con su estación de Radioaficionado desde las ruinas del centro, siendo quizás la única conexión desde el país con el exterior.
El Dr. Cornago en el hospital de Monrovia
Todas estas sensaciones que hemos escuchado, ya sean placenteras o inquietantes y tremendas como este último ejemplo, son las que hacen evocan en mí nariz el aroma de la madera de las viejas radios a válvulas, el tacto áspero del cartón de un altavoz en mis dedos, el chisporroteo sonoro de la radioelectricidad en mis oídos y el calor humano que este invento es capaz de entregar no se sabe bien cómo.
Será que estoy enamorado de la radio, o que es primavera, o las dos cosas…